Hace muchos años un amigo me dijo que yo era feliz con sólo escuchar el canto de los pájaros, porque no tenía ningún problema. De eso hace exactamente 22 años, puede que tuviera razón, hasta entonces mi vida había sido sencilla, alegre, sin grandes lujos, pero llena de cariño y amor. Hoy, después de tanto tiempo me he acordado de él.
El otro día estuve en el campo, la naturaleza y yo, soledad y tranquilidad. El sol jugó al escondite y cuando se asomaba me bañaba con sus rayos, sentí su suave calidez en mi piel. La lluvia también me acompañó, me dejó ese agradable aroma a tierra mojada. Escuché los pájaros cantar, el viento meciendo las hojas de los árboles, me dejé llevar por ese cúmulo de sensaciones y me sentí bien.
Y escuché mi música y me sentí en buena sintonía conmigo misma. Vinieron a mi recuerdos, unos lejanos, otros recientes, una sonrisa salió de mis labios, hoy después de tanto tiempo, después de todo lo vivido sigo disfrutando y haciendo un huequito a la felicidad con el canto de los pájaros.
Me he sentido agradecida por todo lo aprendido en el camino, por todo lo vivido, por haberme reencontrado con la ilusión después de tanto tiempo. Hace ya dos años que me siento en paz conmigo misma, que me acepto, incluso me quiero, a pesar de mis defectos. Ha sido largo el camino, a veces demasiado empinado, costaba recorrerlo, pero ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Ahora toca seguir caminando y procurar disfrutar el viaje. Recuerdo una canción de Chambao:“Poquito a poco aprendiendo que no vale la pena andar por andar, que es mejor caminar pa ir creciendo”.Cada día que pasa estoy más convencida de eso, es más, quizá lo importante no sea llegar, no sea el destino, si no el viaje, disfrutar de cada paso y hacerlo único y especial, por simple que sea.
domingo, 1 de junio de 2008
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