martes, 13 de enero de 2009

Cajita de cristal



   Allí estaba, ante un abismo que le parecía insondable. Su vida se desvanecía, se deshacía y, sin embargo, era así como lo había decidido. Sintió el fracaso que le iba ganando terreno y al final lo había conseguido, había vencido. Pensó que toda su vida había estado en cajitas de cristal.

   La primera fue una cajita que le dió muchas alegrías y buenos momentos, quizá demasiada protección, al final se rompió, se rompió de la forma más desgarradora y cruel. La muerte cogió su martillo y la hizo añicos, mil, millones de pedacitos y se vió indefensa ante todo, ante la gente, ante cualquier cosa, pero lo peor eran sus sentimientos, se vió indefensa ante sus sentimientos, no sabía expresarlos, asi que se quedaron dentro, cada vez más sentimientos, cada vez menos espacio. Se fue ahogando poco a poco, sin saber como deshacerse de ellos, no se atrevía a gritar, a demostrar lo que sentía. Siempre pensó que ya bastante tenían los demás, como para hacerles "cargar" también con lo suyo.

   Se dejó llevar como las hojas en otoño que van cayendo a cada oleada de viento y un día encontró otra cajita, de cristal también, poco segura, pero que en aquel momento le pareció el mejor refugio. Y se metió en ella, se  dejó conquistar por aquellos destellos, tenía colores atractivos, así que decidió quedarse allí. Ufff, aquella cajita si que era frágil, el cristal del que estaba hecha era de inmadurez, inseguridad, egoísmo...pero cuando quiso darse cuenta ya era tarde para echar a atrás o... eso pensaba. Había tomado la decisión de meterse en ella y ahora no podía hacer otra cosa que seguir ahí. 

   Pasó el tiempo y la cajita la fue contaminando, primero empezó a fingir, luego fue sonriendo cada vez menos, más lágrimas, más soledad, más desilusiones, más...Cambió, todo era tristeza, pesimismo, cambió su forma de ser, de vivir, dejó a un lado la comprensión, el cariño, el diálogo, a esas alturas de su vida ya no podía dar nada de eso, como una esponja que todo lo absorbe aquella cajita la había absorbido por completo y le había arrebatado su esencia. Se dejó a un lado incluso a ella misma, se convirtió en una sombra, una sombra que no se parecía en nada a la persona que había sido antes. 

   Y ahora le tocaba lidiar con todo aquello, se rompía aquella cajita, que más bien le había parecido una cárcel para su corazón. Espera, no se rompía, la había roto ella, necesitaba respirar y aquella cajita casi la ahoga. Empezar de nuevo, pero esta vez con muchas más heridas que sanar, con muchas más cicatrices. Pero algo tenía muy claro nunca más se volvería a esconder dentro de una cajita de cristal.




3 comentarios:

Maybe dijo...

En ocasiones refugiarse en una caja de cristal no es el remedio, pero las cicatrices dejadas por la rotura de esa caja siempre nos hacen recordar lo vivido...
Sigue adelante.

ShAdOw dijo...

He leido parte de mi vida en tu post, siempre supe que no era la única pero no imaginé la similitud de lo que describes... Me llegó.

Gracias por el comentario en mi blog, alguien alguna vez dijo... no existen las casualidades, sino las causalidades, asi que bienvenida cuando tu gustes ;o)

suspiro dijo...

Maybe:

A veces uno se encierra y no vé más allá, sólo hace falta mirar alrededor, ver que siempre hay otras opciones y atreverse a tomar nuevos caminos.
Gracias y besos.

ShAdOw:

Cada persona es un mundo y cada historia también, pero de vez en cuando esos mundos y esas historias no son tan diferentes.
Gracias y besos.